El efecto "Nocebo"

Vida Sana  

El efecto "Nocebo". Cuando demasiada información es peligrosa

Nuevo consejo de Jorge López, fisioterapeuta

30/01/2019 - 11:59

Si algo ha quedado claro con la investigación sobre dolores de espalda en las últimas dos décadas, es la importancia de mantener la  musculatura activa pese a tener dolor de espalda. Actualmente no se recomienda reposo de más de 72 horas en un episodio de lumbalgia aguda. Además, se sabe que el factor más importante para que el dolor de espalda se convierta en un problema crónico, no tiene nada que ver con la intensidad de dolor, sino con la quinesofobia, es decir, las conductas de evitación de movimiento, que adoptamos ante la alarma del dolor. A menos movimiento, más pasividad y sedentarismo, peor.

En este sentido las pruebas de imagen tienen una importante influencia. Habitualmente, ante un dolor lumbar severo no quedamos tranquilos sin una batería completa de radiografías y resonancias.

Está demostrado y recomendado por las guías clínicas de tratamiento que el dolor no tiene relación con los hallazgos de imagen, es decir, columnas con aspecto catastrófico pueden no doler y al contrario, se pueden tener fuertes dolores sin anormalidades en las imágenes radiográficas. Por eso, sólo tiene sentido hacer dichas pruebas ante síntomas de grave enfermedad de columna: una fractura, cáncer, una compresión severa de la médula.

No sólo eso, sino que hacerse estas pruebas sin necesidad puede hacer que el dolor aumente. Esto es posible gracias al efecto nocebo, el reverso poco conocido del efecto placebo. Consiste en el empeoramiento de una patología como consecuencia de expectativas negativas por parte del paciente ante un tratamiento o situación, desencadenadas por sugestión de ideas catastróficas o el fracaso de expectativas positivas previas.

Este efecto se explica porque el dolor es una experiencia que se modula en el cerebro. A más alarma, más dolor y, más tendencia a la quinesofobia, evitando el movimiento. Esto ha quedado demostrado en el estudio de Kerran y Cols (2017) en el que a un grupo de personas con dolor lumbar no se les hacía radiografías y a otro grupo sí, experimentando los primeros menos quinesofobia y recuperándose antes.

En conclusión, no deberíamos preocuparnos aunque no nos hagan radiografías y, sobre todo, debemos mantenernos activos y con actitud positiva, ignorando frases como: "tiene la columna frágil como un anciano..." o el clásico "le veo en unos años en silla de ruedas...". Igualmente consultar internet sólo de fuentes fiables, evitando el catastrofismo presente en la mayoría de webs.