La gran mayoría estaremos de acuerdo en que el verano es tiempo para disfrutar, pasarlo bien con los amigos y, más concretamente, realizar ese tipo de cosas que en otras circunstancias no podríamos hacer al no disponer de tiempo. Sin embargo, a veces se podría diferenciar entre la planificación de lo que nos gustaría hacer -dentro de nuestras posibilidades- y lo que hacemos al final. Un buen ejemplo de ello es la lectura: ¿cuántos libros se compran durante esta época del año y cuántos realmente se terminan? y es completamente lógico que las vacaciones a Ibiza de un grupo de solteros no sean compatibles con la ciencia ficción de Arthur C. Clarke (aunque haya chic@s allí que sí sean de ciencia ficción). Aun así, también sabemos que cuando disponemos de tanto tiempo libre es tan fácil aprovecharlo como perderlo en las cosas más nímias. Desde estas líneas, un servidor les aconseja (y se aconseja) evitar tiempos muertos: salgan a la calle, váyanse de viaje a recónditos lugares, échenle el ojo a la rubia (o al morenazo) y diviértanse todo lo que puedan, pero guárdense un momento para sí mismos, y cuando su ritmo de vida les permita, desempolven un buen libro o un buen comic y disfrútenlo. Siempre será mejor que la programación estival de Tele 5.
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